Al recordar este 15 de mayo el dia de los maestros recorde mi escuela primaria, una escuela centenaria que hoy ya es polvo, ruinas, sus altos y gruesos muros han sido derrumbados, la escuela de la Pila Seca se remonta a la época postrevolucionaria en los confines de la villa de Tlaquepaque, una pueblo de veraneo para los acaudalados tapatios y de artesanos, maestros del barro y "moneros" que con su fantasía adoraron los hogares en miles de nacimientos, bustos que hasta palacio presidencial llegaron e historias contadas a través de las manos mágicas de los hombres y mujeres con el oficio alfarero.
Recuerdo como el pilar de mi educación a la hija de don Pilar Quijas, Guadalupe, el señor Pilar fue uno de los maestros más insignes de la población, sus hijas Margarita y Guadalupe por más de 40 años prestarían servicio forjando en la primaria Manuel Acuña urbana 395 a generaciones y generaciones de infantes de la villa.
La maestra Lupita me recordaba en aquella época a la primer ministro de Inglaterra Margaret Tatcher, la recuerdo con su impecable blazer verde militar con un prendedor de plata en su costado, sus medias y zapatos cafes con tacon medio y un peinado con rizos pequeños y engominados, pero sí su imagen era el de una dama de hierro su mirada y su voz eran de una calidez y un cariño que se transmitía a cada sílaba, no obstante era fuerte y disciplinada, diafana y contundente.
La "Seño Lupe" mantenía la escuela como un reloj de engranaje perfecto, las bóvedas blancas y los muros verdes con pintura de acite y de agua en su tono más claro se elevaban unos 4 o 5 metros, era la escuela un templo del saber al estilo arte deco.
Recuerdo su cuerpo de maestras,Margarita, Raquel, Silvia, Lupe Magaña, Gloria, Queta, Elena, Cuca, Eva, Angélica, profesoras que forjaron a los destinos de las generaciones y generaciones de los niños del centro de Tlaquepaque, del barrio de San Juan y de Rancho Blanco, mujeres de fuerza y disciplina de inteligencia y sagacidad que las llevo a ser reconocidas varias veces con premios y reconocimientos, yo mismo siendo niño participe en varios concursos interestales obteniendo privilegiados sitios, pero esto no sería posible sin las formadores de una escuela que hoy ya no existe, ya ni los escombros hay en donde una vez hubo niños corriendo, maestras alzando la voz, reglasos en las palmas de las manos cuando mal nos portabamos o castigos como la sillita imposible.
A lo lejos trasciende en el tiempo el legado de los profesores con tanta fe, esfuerzo, conocimiento y paciencia nos formaron a una generación que hoy parece distinta, una era donde la teconología, las redes sociales y el internet no existían y donde se estudiaba con el maestro, sin el maestro y a pesar del maestro.
Feliz día querida profesora.