Y mi amigo querido Arturo Camcho publico para Milenio este interesante artículo sobre Tlaquepaque.
Investigador del
Colegio de Jalisco
Un modelado fino y cuidadoso dio origen a dos géneros muy apreciados dentro de la figuración de arcilla: el retrato y las miniaturas. Su trabajo requiere de habilidad, observación y academia, características que en nuestra región sólo han reunido los artesanos de Tlaquepaque y Tonalá, quienes alcanzaron fama durante la segunda mitad del siglo XIX por sus retratos en arcilla; de esto hay muchos testimonios periodísticos, entre ellos el de John Lewis Geiger, quien elaboró un listado de las figuras representadas: trabajadores, arrieros, mendigos, aguadores, carboneros, soldados, etcétera: “todos ellos con sus trajes peculiares. Son de un acabado exactísimo pues concuerdan con la realidad.”
Actualmente se preservan los tipos populares y los nacimientos de cuidadas proporciones y refinados gestos faciales. Los tipos populares inicialmente fueron de cera y se vendían como recuerdos de viaje a mediados del siglo XIX.
Con una finalidad evangélica, los frailes propiciaron representaciones religiosas en arcilla que van desde narraciones bíblicas hasta el nacimiento de Cristo, estas últimas reciben también el nombre de pesebres y de misterio cuando se trata solo de José y María en su calidad de peregrinos.
Los nacimientos se fabrican principalmente en Tlaquepaque, Metepec, Puebla y Oaxaca; sobresalen por su fina manufactura los de Tlaquepaque; sorprende por sus intenciones monumentales las docenas de piezas que representan la historia sagrada desde la creación del mundo al nacimiento de Cristo, por lo que se incluyen episodios variados desde la tentación del árbol del bien y del mal a la huida a Egipto, realizados con gracia y algo de academia por Inocencio Reyes, artesano de San Pedro Tlaquepaque.
Su manufactura se basa en moldes heredados por sus ancestros o los modelados a mano, sus modelos están en las ilustraciones de los catecismos del padre Jerónimo Ripalda a las esculturas religiosas de las iglesias.
El nacimiento es una tradición del mundo católico que en la Nueva España comenzaron a reproducir en barro durante el siglo XVIII. En los realizados en Tlaquepaque se tiene una versión multitudinaria, en donde se ilustran diversos pasajes bíblicos, desde la creación de Adán y Eva hasta el nacimiento de Jesucristo.
Los nacimientos que se fabrican en Tlaquepaque sobresalen por su fina manufactura y sorprenden, por sus intenciones monumentales, las docenas de piezas que representan la Historia Sagrada, realizadas con gracia y algo de academia por Inocencio Reyes, artesano de San Pedro Tlaquepaque.
La cerámica y la figuración de arcilla producidas en Tonalá y San Pedro Tlaquepaque conservan los diseños tradicionales y la calidad que los hicieron famosos en el mundo, sus artistas resisten los embates de la globalización y las falsas imitaciones por el amor a la tierra y un talento heredado.
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